A la hora de comprar o alquilar una propiedad, es común encontrarse con dos términos clave: superficie útil y superficie construida. Ambos conceptos son importantes para comprender las dimensiones y distribución de un inmueble, pero ¿qué significan realmente y cuál es la diferencia entre ellos?

La superficie útil se refiere al espacio interior habitable de una propiedad, es decir, la medida de la zona utilizada para vivir o llevar a cabo actividades cotidianas. Incluye todas las áreas habitables, como dormitorios, salas de estar, cocinas y baños. La superficie útil no incluye espacios como terrazas, balcones, trasteros o garajes, ya que no forman parte de las áreas habitables.

Por otro lado, la superficie construida se refiere a la suma total de todas las áreas de una propiedad, incluyendo tanto los espacios útiles como los espacios no útiles. Esto significa que la superficie construida incluye no solo las áreas habitables, sino también aquellos espacios como terrazas, balcones, trasteros, garajes y cualquier otra construcción dentro de la propiedad.

Es importante tener en cuenta que la superficie útil es la que realmente se utiliza para vivir y llevar a cabo las actividades diarias, mientras que la superficie construida incluye áreas adicionales que pueden ser de utilidad, pero no necesariamente habitables. En la mayoría de los casos, el precio de una propiedad se basa en la superficie construida, ya que incluye todos los espacios disponibles, pero es importante tener en cuenta cuál es la superficie útil real para evaluar si se adapta a tus necesidades.

Al comparar diferentes propiedades, es fundamental conocer ambas medidas y entender cómo se distribuyen los espacios dentro de cada una. Puede suceder que dos propiedades tengan la misma superficie construida, pero una tenga una distribución más eficiente que permita aprovechar al máximo el espacio útil. En ese sentido, es recomendable visitar personalmente las propiedades y analizar cómo se distribuyen los espacios para tomar una decisión informada.

En resumen, la superficie útil se refiere al espacio interior habitable de una propiedad, mientras que la superficie construida incluye tanto los espacios útiles como los no útiles. Ambos conceptos son importantes al evaluar una propiedad, pero es crucial entender la diferencia entre ellos y considerar cuál es la superficie útil real para asegurarse de que el inmueble cumpla con tus necesidades y expectativas.

Este verano, no dejes que el calor arruine el ambiente agradable de tu hogar. Te brindamos algunos consejos sencillos para mantenerte fresco/a sin depender constantemente del aire acondicionado. Además, podrás ahorrar en la factura de electricidad. Descubre cómo:

  1. Aprovecha las horas de mayor sol: Cierra ventanas y persianas durante las horas más calurosas del día para mantener el calor fuera. Utiliza cortinas, estores y toldos para evitar que los rayos del sol ingresen a casa. Abre las ventanas solo en las primeras y últimas horas del día para ventilar el espacio y refrescar el ambiente.
  2. Ventiladores estratégicos: Coloca ventiladores en el techo para mejorar la circulación del aire. Esta opción es más eficiente energéticamente y genera un movimiento constante del aire, creando una sensación refrescante en el interior.
  3. La magia de las plantas: Si tienes un jardín, aprovecha la vegetación para crear zonas sombreadas y frescas. Las plantas y los árboles ayudan a reducir la temperatura ambiental y mantener el espacio confortable. Si no tienes jardín, puedes agregar plantas en el interior de casa para mejorar la humedad y refrescar el ambiente.
  4. Agua en movimiento: Utiliza humidificadores para aprovechar la evaporación del agua y crear una sensación más fresca en casa. Estos aparatos son fáciles de utilizar y ayudan a aumentar la humedad del aire, reduciendo la sensación de calor.
  5. Textiles ligeros: Opta por materiales como el algodón o el lino en tus sábanas, cortinas y mantas. Estos tejidos son transpirables y permiten una mejor circulación del aire, manteniendo el ambiente fresco y confortable.
  6. Apaga los electrodomésticos: Apaga los electrodomésticos que no estés utilizando. Además de reducir el calor que generan, ahorrarás en la factura de electricidad y mantendrás el ambiente más fresco.
  7. Iluminación eficiente: Aprovecha al máximo la luz natural y utiliza bombillas LED o de bajo consumo para la iluminación artificial. Estas bombillas emiten menos calor y son más eficientes energéticamente.

Si a pesar de seguir estos consejos todavía necesitas utilizar el aire acondicionado, asegúrate de fijar una temperatura no inferior a los 26 grados para ahorrar energía. Comparte tus propios trucos para mantener fresca la casa y ayuda a otras personas a disfrutar de un verano más cómodo y agradable.